Desde la biología, pasando por la religión, la mística, lo esotérico hasta la cibernética, todo es uno: una red simple y compleja que se conecta de la misma manera como están sostenidas las fuerzas del universo. Hasta las energías de lo que creemos es el mal o el bien están anclados.
Lo que califiqué hace algunos años como tendencia natural de la red hacia la híper conectividad de la sociedad; ya se ha instalado como la nueva forma de vivir.La interrogante es ahora ¿qué cuál será el límite de los productos de lahipercomunicación en nuestras vidas cotidianas? Una cuestión es que estemos conectados y otra invadidos. ¿O hasta cuando aceptaremos la invasión de nuestra intimidad? ¿Existe hoy lo íntimo, personal y privado?The Wall Street Journal ha informado que el iPhone de Apple y los teléfonos con sistema operativo Android de Google envían los datos de ubicación de sus usuarios a las empresas fabricantes de sus equipos. Teléfonos que transmiten con regularidad la información a Apple y Google. Estas compañías arman las bases de datos que explotarán para el creciente mercado de servicios basados en ubicaciones de personas con distintos fines.Los acuerdos y negociaciones entre las empresas asociadas al internet, han venido desarrollando el negocio de la ubicuidad a dimensiones aún de percepciones mágicas entre nosotros. Eso es lo que sabemos.Lo que no sabemos con certeza es el tráfico económico de la información que generamos al sólo click de nuestros teléfonos o computadores, aún cuando los contratos que suscribimos con el inocente “acepto” de los ciber negocios así lo estipulen. Hace ya un breve pero lejano tiempo, en los recientes albores del facebook; se discutía del uso de la información personal y el riesgo de que ésta fuese una base de datos con fines económicos. Ahora ya somos parte de las grandes corporaciones. Las empresas monitorean nuestras preferencias las que son testeadas para definir las tendencias del mercado: productos, servicios y el mejoramiento de lo que ya se ofrece. ¿A cambio de qué? A cambio del email, facebook, twiter, gps y la hiper conectividad que se ha transformado en un narcótico de efectos impredecibles para el arcaico homo sapiens. No hay correo electrónico que este libre de seguimiento, sin olvidar que ante cualquier gestión comercial plasmamos nuestro RUT. A propósito; los señores de la banca en nuestro país están pidiendo autorización para descontar por planilla los créditos. Falta poco para llegar a la práctica de las salitreras y sus pulperías: los mismos dan los créditos, el trabajo, nos venden los alimentos, las comunicaciones, los estudios y controlan el DICOM. ¡Así como vamos! En fin.Todos los beneficios del internet: buenos o malos, útiles o inútiles, necesarios o accesorios parecen socavar la fragilidad del cuerpo y de los sentidos que mueren al primer golpe de soledad u oscuridad de la pantalla. La red ha venido a transformarse en la plataforma mundial que potencia las causas basales de nuestra creciente depresión, individualismo y agresividad.Nuestra dependencia cibernética no ha solucionado las respuestas neo existencialistas que prevalecen. Por ejemplo, el cloud computing que almacena nuestros datos en la llamada “nube”, como sutil definición subliminal y poética; permite aumentar las capacidades de nuestros equipos personales y almacenar todos los datos sobre lo que somos como código, pues, lo que importa del factor humano son sus preferencias de consumo y necesidad de almacenamiento de datos. El control absoluto sobre nosotros ya es evidente, no un secreto.Lo que entendemos de lo humano sólo es un obstáculo por su absurda sensibilidad.Paradójico: las interrogantes de la nueva raza que estamos conformando se enfrentarán a los viejos paradigmas de la red y la computación.